Quizás este mi relato nº10 no resulte del agrado de muchos, al igual que el anterior. Al menos este no es tan caótico como ese. Escrito corriendo por encargo de Puchipu, probablemente no esté muy currado, pero imagino que a alguien le gustará (digo yo) o al menos pasará un buen rato leyéndolo. "Oscuridad" es su título:
Abriendo o cerrando los
ojos, sigo sin notar la diferencia. Todo lo que me rodea es del color
del azabache más puro. El ritmo cardíaco es como un tambor tribal
que turba todavía más mi cabeza. Sin ningún punto de referencia,
como deambulando por el vientre de un agujero negro sideral, sigo
adelante por el sendero que mis pies van marcando. Paso tras paso,
todo es lo mismo. Cada segundo una fotocopia del anterior, haciendo
que esta pesadilla vivida en blanco y negro con el blanco ausente se
repita hasta la saciedad. Una onda sonora, más cercano a la voz de
un instrumento de cuerda o viento que a la de un ser humano, parece
llamarme. Es embriagadora esa tétrica melodía, me lleva de la mano
entre esta sucesión de fotocopias arrancando el sentido común de mí
mismo. Cual si de un canto de sirena se tratase y confiando en mi
sentido del oído, que al igual que los otros cuatro se halla
totalmente encandilado, mi viaje errante se acerca más y más a la
fuente. Entonces algo pasa, siendo un dolor. Desplomado en el suelo
tras haber perdido el equilibrio noto cuál ha sido la causa de
tamaño estrépito: encandilado hasta el éxtasis por la música, mi
pie izquiero ha chocado con su gemelo derecho y me han hecho besar el
suelo del color de la noche, a juego con las paredes y el techo de
este espacio. Acaricio el suelo en busca de algo que mi mente
reconozca y entonces lo hallo: es la armónica que proporcionaba una
banda sonora a este espacio. Misión cumplida.
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